“El propio hecho de vivir, la vida, nos invita, y muchas veces empuja y zarandea, a aprender a escuchar (y a escucharnos). A ver cómo miramos el mundo y lo queremos vivir. A este proceso, normalmente, lo nombramos madurar”. Así es como empieza “La revuelta íntima del corazón. Meditaciones y filosofía”, una de nuestras próximas obras, del autor Nacho Bañeras, de la cual hoy os traemos un pequeño avance.
El autor describe el libro como una “reivindicación, reiterada y continua de la filosofía, y una invitación a una filosofía que creemos profunda, vital, transformadora y entusiasta, el autoconocimiento”. En otras palabras, la obra reivindica el pensamiento desde el corazón, que según Bañeras olvidamos y constituye una de las razones principales de nuestra insatisfacción y malestar tanto con el mundo como con nuestro interior.
De esta manera, “La revuelta íntima del corazón” es un grito a vivir y sentir con el corazón, a experimentar la vida en su estado más poético y creativo, huyendo de lo material y rutinario. Como señala su autor “el ser humano se enamora, sueña, tiene miedo, se encariña de objetos, etc., y por tanto, hacemos un sinfín de cosas que no teniendo ninguna lógica, tienen todo el sentido”.
A continuación os ofrecemos un adelanto de un fragmento del libro.
LA RAZÓN FAÚSTICA
Una concepción errónea del universo entraña en algún punto
una concepción errónea de la vida,
y el resultado es un desastre inevitable
T. S. Eliot
El dominio del hombre sobre sí mismo, que fundamenta
su autoconciencia, es virtualmente siempre
la destrucción del sí mismo a cuyo servicio se realiza.
Horkheimer y Adorno
Es evidente que no podemos señalar una única causa para explicar nuestra presente situación, sino que es preciso indicar diferentes variables históricas que, confluyendo entre sí, han hecho posible este presente. Las que aquí presentamos, a nuestro parecer, son las más relevantes. Quizás nos dejemos alguna, no obstante, creemos que ofrecen una visión general y coherente de una evolución que, integrando progresivamente nuevos emergentes, ha ido conformando una determinada cosmovisión.
El cosmo-paradigma resultante, conformado por esta constelación de elementos, a su vez cosmovisiones, es propiamente el objetivo de este apartado. Dicha compleja cosmología es lo que da pie a conformar una forma de estar en el mundo, una relación con el otro y una relación con uno mismo que he querido nombrar como razón fáustica.
Señalar que determinada cosmovisión posibilita y estructura una forma de estar en el mundo, repetimos, nos parece la forma más apropiada y profunda para visualizar las sombras que la acompañan, puesto que, de hecho, las crea a través de la forma de colocarse, ver y relacionarse con el mundo.
Podríamos señalar, como anteriormente hemos hecho, el particular sistema mercantil en el que nos encontramos como el único responsable de nuestra situación. El capitalismo, efectivamente, a diferencia de otros sistemas, ha sido capaz de fagocitar e insertarse en el ámbito existencial, convirtiéndose, por tanto, en un motor generador de relatos, sentidos, prácticas y discursos. También porque sus tentáculos han sido capaces de modificar, estructurar y orientar las prácticas de relaciones sociales (convivencia, sexualidad, etc.), ocio, productividad e, incluso, las prácticas vitales más íntimas, como nuestra relación con la vejez, la muerte, etc. A la vez, es capaz de insertarse en los discursos alternativos y reconvertirlos en un producto más del sistema.
No obstante, a pesar de la total invasión del capitalismo en nuestras vidas, no creo que sea propiamente el sistema mercantil (repito, convertido en algo más que un mero sistema de intercambio o acumulación de dinero) el verdadero responsable de nuestra actual situación.
Señalar al capitalismo como responsable implicaría defender que existe un sujeto o dinámica externa capaz de tomar decisiones por sí solo. Si bien el capitalismo tiene una dinámica que en cierta medida es independiente de nuestra voluntad, puesto que en su fuero interno se estructura a través de una normativa propia, esta pretendida independencia solo es posible con nuestra encubierta e inconsciente complicidad. Como decíamos, su dinámica es en realidad creada y sustentada a través de una forma de ver y estar en el mundo. Es imprescindible tener en cuenta que el capitalismo es una creación humana fruto de una proyección, fundamentada, a su vez, por determinada cosmovisión.
Comprender esta complicidad puede darnos la clave para reajustar o transformar todo aquello que queramos, siempre que, a la vez, comprendamos, primeramente, que no es algo únicamente impugnable al sujeto y responsabilidad de él, ya que las dinámicas capitalistas son promovidas por complejas dinámicas de poder, a través de discursos y prácticas. Seguidamente, entender que el cambio de paradigma solo puede devenir en red, colectivamente, y a través de una modulación profunda de nuestra subjetividad íntima o mirada hacia el mundo, esto es, conformando una comunidad capaz de demostrar una determinada fuerza (y no poca). Dicho en otras palabras, el capitalismo puede leerse como una proyección de nosotros mismos y, por tanto, a través de su análisis y crítica puede establecerse un saber sobre nuestro estar presentes y devenir.
Con la voluntad, entonces, de querer comprender esta complicidad, desplegamos a continuación un conjunto de elementos que, conjugados entre sí, tejen una determinada cosmovisión, la nuestra.
Son muchos los ejemplos de esta escueta frase. Los podemos leer en diferentes niveles: como sociedad, como individuos, en las relaciones, con la naturaleza, en nuestro sentido existencial o en la relación que mantenemos con nosotros mismos, internamente.
Fragmento extraído del libro “La revuelta íntima del corazón” de Nacho Bañeras.