¿Qué es la compasión? ¿Somos compasivos por naturaleza? Estas son algunas de las cuestiones que aborda el libro “La práctica de la compasión. Amabilidad con los demás y con uno mismo” del psiquiatra y maestro en mindfulness Javier García Campayo. El autor desgrana en esta extensa obra las claves de la práctica de la compasión y sus beneficios para la salud tanto física como psicológica de las personas.
Para garantizar una lectura amena y atenta, el libro complementa las explicaciones teóricas con meditaciones prácticas y guiadas, así como leyendas relacionadas con la compasión. El resultado es una herramienta muy útil para profundizar en este sentimiento y aprender a ponerlo en práctica con nosotros y los demás.
Campayo recomienda este libro a personas con o sin conocimiento sobre el tema, pero sobre todo a aquellas con inclinaciones a la culpa, la vergüenza, la autoexigencia y el perfeccionismo.
Te desvelamos un pequeño fragmento del libro a continuación.
TIPOS DE MEDITACIÓN
Existen múltiples clasificaciones de los diferentes tipos de meditación. El modelo más completo es el de Dahl y cols. (2015). Divide las prácticas meditativas en tres grandes grupos muy diferenciados: 1) atencionales, 2) constructivas y 3) deconstructivas.
Prácticas de tipo atencional. Buscan manipular la orientación y la apertura de la atención, por ejemplo, pasar de foco amplio a foco más estrecho, así como monitorizarla y detectarla, o desengancharla de los distractores, reorientándola hacia un objeto elegido. Estas técnicas desarrollan metacognición, que sería la función cognitiva que es consciente del proceso de consciencia. En ausencia de metacognición, uno queda fundido con la experiencia, lo que se denomina «fusión experiencial», las emociones y los pensamientos, «fusión emocional y cognitiva». El ejemplo sería cuando vemos una película interesante: si estamos absortos en el argumento y parece que somos parte de la película, como si fuese algo real, eso es fusión experiencial. Pero cuando tomamos distancia y somos conscientes de que solo es una película con actores y una trama inventada, eso es metacognición. Junto a la metacognición, en esta meditación también se entrena la reorientación atencional: poner la atención en un objeto, darnos cuenta de que la atención se ha ido del objeto, que la mente divaga, y reorientar de nuevo la atención al objeto. Este tipo de meditación es la específica de mindfulness.
Prácticas constructivas o generativas. En todas las tradiciones contemplativas se considera imprescindible desarrollar cualidades virtuosas. En las prácticas constructivas se necesita metacognición, pero el objetivo es modificar los contenidos mentales, no simplemente observarlos. A diferencia de las prácticas de tipo atencional, que suelen estar centradas en la observación o monitorización de los patrones cognitivos y afectivos, y en la reorientación de la atención, las meditaciones constructivas buscan modificar el contenido de los pensamientos y/o de las emociones. Generalmente, pretenden desarrollar relaciones armoniosas con otras personas. Algunos de estos tipos de meditación cultivan determinadas cualidades del individuo, como la paciencia o la ecuanimidad (la capacidad de no mostrar preferencias por personas u objetos, evitando la sistemática clasificación en «me gusta» o «no me gusta»), para poder sobrellevar mejor los eventos estresantes del día a día. Otras meditaciones generativas buscan desarrollar cualidades prosociales, como la compasión, modificando los objetivos y el estilo de las relaciones interpersonales.
Prácticas deconstructivas. Las prácticas deconstructivas usan el auto-cuestionamiento para desarrollar autoconocimiento respecto a la naturaleza y la dinámica de la experiencia consciente. Tienen como objetivo eliminar patrones cognitivos disfuncionales mediante la exploración de la dinámica de la percepción, la emoción y la cognición, y la generación de auto-conocimiento sobre los modelos internos que hemos desarrollado a lo largo de la vida sobre uno mismo, sobre los otros y sobre el mundo. Las más importantes son las denominadas NO DUALES, que pretenden producir un giro en la experiencia de modo que las estructuras cognitivas «yo/los otros» y «sujeto/objeto» no sean nunca más el modo predominante de la experiencia. La consecuencia es que la sensación de que somos un yo separado del resto del universo se debilita y uno se acerca más a la sensación de consciencia cósmica. A menudo, estas prácticas enfatizan la importancia de no controlar, dirigir o alterar la mente de cualquier forma. Sirven para deshacer la reificación de un «observador» testigo separado de los objetos de consciencia. El objetivo de estas prácticas es no solo aumentar la metacognición, como en las prácticas atencionales, sino obtener experiencia directa, autoconocimiento experiencial de la naturaleza y dinámica de la consciencia. Para una mayor profundización en el tema, véase el libro de García Campayo y Demarzo, ¿Qué sabemos del mindfulness?
De alguna manera, tanto mindfulness como compasión son deconstructivas. Mindfulness deconstruye el yo parando el diálogo interno, que es un discurso autocentrado continuo. Compasión deconstruye el yo porque pone una gran atención en los otros y nos descentra de nosotros mismos.
Fragmento extraído del libro La práctica de la compasión. Amabilidad con los demás y con uno mismo.
Si quieres que otros sean felices, practica la compasión.
Si tú quieres ser feliz, practica la compasión.
Dálai Lama